martes, 10 de octubre de 2006

EL CAMINO DE LA BUENA SUERTE III



Recuerdo que en medio de tanto Coco Diaz, le tenía pavor a la desolación licenciosa de la frase "Caminito que el tiempo ha borrado". Tendría cinco años de edad y esas palabras, acompañadas de una música que se me hacía fúnebre eran ruido puro. Nunca me imaginé que muchos años después la depresión que nunca tuve iba a llevarme por caminos que me enriquecieron, y me hicieron conocer la rigidez de ciertas formas oscuras de arte, personas misteriosas y solitarias, noche, finales poco felices, pérdidas y la vuelta de todo eso: cuando vemos que no es necesario vivir en un castillo alejado del mundo para ser amigo de la oscuridad y tampoco hace falta estar triste o tener una vida miserable. (Aunque la verdad es que es un poco necesario transitar esos caminos, y el problema es que muchos se quedan ahí, ya que a veces la luz es más temible que la oscuridad).

Me pregunto si habrá sido en esta etapa o más adelante que pude vislumbrar el peso que tenían las alusiones a la pérdida. Suena algo fantasioso que se haya tratado de una elaboración pero bien pudo haber sido la semilla de algo posterior. Además, este tipo de cosas no caen en el vacío. Algo estaba sucediendo en aquellos años.

Nunca me gustaron las historias que terminan mal, pero a mí, igual que a muchos, me atrae el vacío que nos provoca el espanto. Y más allá del ruido, el arte ataca, y acá estamos. A mis 5 años, la frase "Caminito" (algo pequeño, como yo en aquellos años) "que el tiempo" (algo ajeno) "ha borrado" (algo así como la muerte) era una bomba que me llenaba de desesperanza y también era un camino. Tal vez en oposición a la letra del tango, un camino que el tiempo abriría.

Mi declarado rechazo a la nostalgia del que hablé en otra oportunidad bien podría tener que ver con estas perdidas, como para recordarme que no quería perder absolutamente más nada y como para advertirme que para sentir nostalgia (pero nostalgia, nostalgia, ¿eh?, es decir, añoranza y flia., no simplemente el dolor de una separación o una derrota puntual) tengo toda la vejez.

lunes, 9 de octubre de 2006

SUPER MARIO BLEF

Aquí transcribo una muy interesante declaración del Dr. Mario Bunge en una entrevista telefónica realizada con el diario Clarín publicada el sábado 7 de octubre de 2006:
"El rock es arte comercial. Los rockeros no tienen educación musical, no se han sometido a la disciplina del aprendizaje de la música. Muchos de ellos tienen mucho oído pero, dicho sea de paso, el oído de los rockeros decae muy rápidamente porque tocan música a un volumen tal que aquel se destruye. Para mí, el rock es la negación de la música".

...Mario, querido. Tantos años de ciencia, tantos años en la cima del conocimiento observando desde arriba las coronillas de millones de seres ignorantes y no hubo un colega, un libro, una notita siquiera que te avisara que el organo auditivo es el cerebro ...mis oídos y los tuyos son iguales, aunque seguramente vos padecerás una profunda presbiacusia. Nuestros cerebros, en cambio, son radicalmente distintos. Vos sos el hombre más inteligente del mundo (no de la Argentina como dijo hace mucho tiempo una publicación, porque vos no sos argentino), y yo tengo un cerebro que se interesa en el ruido, y lo que es mejor, lo domina en más de una ocasión, así como algunos pueden hipnotizar serpientes y otros -no es tu caso- dominar a sus fantasmas.

jueves, 5 de octubre de 2006

EL CAMINO DE LA BUENA SUERTE II

Haber tenido discos en mis manos me lanzó a creer tempranamente que tenía derecho a manipularlos. Semejante escenario no era posible sin mí, sin el disco elegido y sin el tocadiscos Winco, obviamente, un apreciado objeto de aquellas épocas, tal vez el único electrodoméstico por el cual la interacción que hoy se vive con el más allá no era algo inconcebible. Dicho electrodoméstico, culpable de algunos tuvieran la idea de comprar música, se encontraba sobre el televisor. Yo me subía a una silla o una mesa contigua, elegía el material y me quedaba escuchandolo hasta el final. Esto pudo haber sido el germen de mi interés en el disco-obra, en la obra de concepto.

Había discos de tango, folklore, clásica, boleros y también mucho de la porquería a la que me referí en la intervención anterior.

Curiosamente solamente recuerdo un nombre de mi muy temprana edad: Coco Diaz. Un señor que hacía humor con sus canciones al menos en ese disco.

Recuerdo algunas frases:

"Hay baile en el boliche, ya rezonga la chancha / y los paisanos gritaban ¡vayan abriendo cancha! (...) Qué lindos mozos los de mi pago/que a la botella le llaman trago..."

"Se quema el rancho, se quema el rancho (...) Qué linda fiesta! ¿Quién lo diría? (...) ¡'cha que lo tiró!..."

"Suspira y suspira el pobre celoso / no quiere que nadie..." (no recuerdo más) "Cela de mí, cela de ti, cela de él..." no sé si esta última parte era así, pero sí recuerdo que solía cantarla cuando la gente de mi grupo familiar quería entretener a desconocidos con las "monerías" del nene.

"El pullover todo remendado..." y no me acuerdo más. Pero como volví a escucharlo más o menos 20 años después, creo que hablaba de la moda de aquellos años. Se podría decir que eso hubiera sido radicalmente inconcebible en el folclore de aquella época (o sea el folklore). A mis tempranos 4 ó 5 años alguien se encargó de hacerme notar que el señor no cantaba precisamente la frase: "el culo ver todo...etc, etc"

Con estas palabras o con otras, voy a repetir esto muchas veces en mis próximas intervenciones: es fantástico, casi de milagro hollywoodense, lo que hice por mí mismo a lo largo de mi vida en materia de cultura. Recuerdo un amigo que me contaba que a sus 4 años hacía lo mismo que yo, se subía a una silla y escuchaba un disco. Pero él escuchaba "Dark Side of The Moon". 30 años después, el sigue escuchando "Dark Side of the Moon" y yo no escucho ni a Coco ni al disco de Pink Floyd. Qué pena, amigo...encontraste tu techo tan pero tan pronto.

NIÑO: ¡Tengo frío!
ADULTO: ...tirate al río













...eso no tiene nada de gracioso

lunes, 2 de octubre de 2006

EL CAMINO DE LA BUENA SUERTE

Evidentemente mi primer contacto físico con la música fue aquella guitarra de juguete que hacía resonar sin culpa a edad temprana, algo así como 4 años o menos.
Pero hubo otros muy importantes.
Recuerdo que vivíamos en Quilmes y tendría la edad mencionada cuando aquella fiesta o reunión de amigos o asado entre vecinos me brindó la oportunidad de sostener una pequeña pila de discos que transporté de las manos de un adulto a las de otro adulto. Entre líneas se puden interpretar dos cosas en esta actitud. La primera dice: "Alejandro es capaz de hacer bien la tarea y es muy seguro en sus acciones". La segunda sentencia: "la música no tiene ningún valor para mí, así que dale los discos a Alejandrito". Hay otra posibilidad y era que estos dos sujetos que constituían los puntos que uní con mi trayectoria estuvieran ebrios. Lo importante: Puedo recordar lo pesada que me resultaba la pila, algo que se marcó en mi memoria como una hazaña que todavía me hace sonreír. Tan importante que no recuerdo quienes eran los otros dos. Tal vez la memoria juegue conmigo y me haga pensar que eran dos, cuando quizás fue uno que me dijo: "¿me alcanzás eso?" y el otro sencillamente no existió. O, por qué no, se trató simplemente de una decisión mía. Ví los discos y dije: hagamos algo con esto. En todo caso, es notable los vinilos que integraban el montón constituían una música que para mí hoy goza de escasa reputación (O sea que no goza). En otras palabras creo eran una porquería, de modo que es probable que la intuición me llevara a cometer una deliciosa imprudencia, como una actitud premonitoria. Pero claro, si había un riesgo no era otro que el de la reprimenda, ya que el riesgo de perder para siempre la oportunidad de escuchar esa música era escaso, aunque tardara tiempo en comprenderlo.