martes, 26 de diciembre de 2006

EL DEDO BIEN AFILADO

Recuerdo una conversación que tuvimos repecto del extraño arte de sacar conclusiones acerca del trabajo ajeno. En el club no se hacen críticas de arte. Asumimos que la visión que compartimos de lo que escuchamos es algo bastante poco usual, por lo tanto no intentamos usarlo como guía de nadie ni de nada. Es poco probable que vuelva a suceder, pero cierta vez introduje las obras diciendo: "Necesito compartir esto porque me parece una verdadera porquería". Esto es porque algunas cosas me despiertan curiosidad a pesar de que no me gustan. Pero generalmente manda el placer y es por esto que escucho y hago escuchar algo. Y si manda el placer o la curiosidad, no hay rastros de trabajo, y por lo tanto no nos asumimos como críticos como si fuera un título. Las reuniones no son algo secreto ni el club es una masonería, de modo que lo que ahí se comenta bien puede llegar a aparecer escrito. Y ahí no hay críticas, sino comentario de lo que nos pasó al escuchar, al compartir, al comentar las obras. Esto también suele aparecer en las críticas que uno escucha o lee.

Aunque...

La crítica de arte, en especial la de música, suele ser un género literario, para el cual es necesario tener el índice más que bien afilado. En cierto sentido está bien, de lo contrario nadie se sentiría con ganas suficientes de leer demasiado seguido tal género. En realidad esto podría ser algo que disgusta, pero hay que aceptar las reglas. Cuando hemos escuchado un disco y hemos quedado fascinados, una buena crítica del disco es la extensión de lo que sentimos. Cuando por el contrario el señor crítico desmerece el trabajo, lo odiamos (al crítico, no a la obra). Esto nos vulnera bastante. O sea, somos un ridículo manojo de piolines al servicio de un ignoto manipulador de mentes. Pues bien, mejor dejarse de joder con eso. Entender el arte de criticar. Relajarse y disfrutar del espectáculo.

Siempre sentí lo mismo hacia la mayoría de los críticos: ellos no hablan de las obras sino de sí mismos. Tienen un millón de chiches dialécticos a su disposición para poder llevar su comentario a buen puerto siempre, y por sobre todas las cosas, un puerto que no es el propio, porque se supone que la crítica es algo que se hace con objetividad (sí, también hago humor) y nunca debería suponerse que ellos son las estrellas en cuestión y no el músico.

Claro, al menos me gustaba leer las críticas cuando alababan a mis discos más queridos. Hasta que algo sucedió. Jethro Tull, una magnífica banda pero que nunca me interesó, tocó en Buenos Aires. Pocos días después leo en un diario una crítica al recital. El eje de la nota se encontraba en los casi 60 años que los muchachos exhibían, en la historia del rock que había sido manchada por el progresivo que vino a complicar algo que era tan puro y bello, y por sobre todo en la nostalgia y en lo poco que la banda tenía para dar, en los que se quedan en el pasado, y bla bla bla. Ah, y los dinosaurios, por supuesto. Lamento comunicarle a la muchacha que escribió semejante estupidez (tenía que decirlo) que lo suyo artísticamente hace agua, básicamente porque la idea de los dinosaurios es tan poco original... He leído esto en críticas de recitales de Yes, de discos de Pink Floyd, Genesis, Emerson, y lo que se te ocurra. Claro, la crítica en cuestión es impresentable pero al pertenecer a un género literiario debemos considerarla como una obra de arte. Entonces, más allá de nuestros gustos, me hago muchas preguntas, no sobre el recital sino sobre su cobertura (aunque me temo que no fuiste al show, querida). ¿Por qué lo complejo atenta contra el rock? ¿Por qué vale más un power trío cantando una letra simple que Pink Floyd cantando "Dogs"? ¿quién determina esto? ¿La masa? ¿La moda? Pensemos en una banda que la rompe en estos tiempos: Coldplay . ¿Tendría Jethro tull que sonar como coldplay para que esta "sujeta" lo trate con respeto o rescate su verdadero valor artístico? ¿tendría que sonar absolutamente todo como Coldplay? ¿Qué es un dinosaurio? ¿un triceratop cantando "Firth Of Fifth? ¿que tendría que hacer Ian Anderson ahora que está viejo? ¿jubilarse como va a hacer algún día la persona que ¿cubrió? el recital y dedicarse a esperar la muerte? ¿le queda mal esa ropa y esa flautita? ¿por qué no se hace un piercing? ¿le queda mal el rock a los de mas de 40? ¿Cuánto vale la opinión de las personas que van los recitales de estas bandas? ¿nada? ¿fue el progresivo alguna vez una moda? (Pero moda, moda ¿eh?) ¿Es aburrido el progresivo? ¿Está mal visto tocar más de tres acordes? La gente que se tira contra bandas dinosaurios ¿escucha solo lo que es vanguardia? Los Sex Pistols, por ejemplo, una banda que nació perimida pero que cumple con los requisitos dictados por el snobismo antiprogresivo ¿son dinosaurios o son vanguardia? ¿Es vanguardista tocar mal? ¿qué está bien? ¿qué está mal? ¿Qué quiere decir perimido?

No voy a escribir las respuestas, aunque las tengo todas, igual que la mayoría. El tema no es este recital, que justamente no me había interesado pero cuyo comentario ...profesional me hizo pensar en algunas cuestiones. Me importa poder rescatar de las críticas de arte su lado literario, y ubicarlas en el lugar que les corresponde. Un lugar en la literatura, que debería considerarse con vida propia, con vuelo propio. No corresponde, según creo, entender que hubiera hecho mal en ir a ver a Jethro Tull, o tal vez en entender que lo mejor es comprarme un disco de este o aquel artista basándome en un comentario escrito en una revista o en diario. Pero está muy bien poder disfrutar de la comicidad de quienes defenestran una obra, o emocionarse con los que fanáticamente contagian el deseo de ir a ver un show, o admirarse del poder detectivesco de quienes encuentran plagios en medio compas, en un arte de tapa, en una frase, en un gesto, en una entrevista, etc.

Por favor, no hablemos de arte, señores críticos, hablemos de Ustedes. Son personas maravillosas y me encanta lo que ustedes hacen. A veces. Porque acá también hay plagio (sin ir mas lejos me remito a la crítica del recital detallada anteriormente, nada original), y eso no está bien en el arte, ni siquiera en el arte de escribir en 20 minutos sobre algo que llevó meses o tal vez años de gestación. Pero lo importante es que de vez en cuando se produce el mágico momento en el que lo que ustedes escriben llega a mi corazón de una manera fulminante, y ahí me encuentro, diciendo maravillas de las críticas, y tratando de recordar de qué disco o de qué show estaban hablando.

martes, 19 de diciembre de 2006

PROJEKCT ONE:Live at the Jazz Café.
PAATOS: Kallocain.

King Crimson: La mejor banda de rock de todos los tiempos. Esta definición, que es más parecida a lo que algunos dicen de la biblia no aporta nada (tal vez por esta misma razón). Para algunos la mejor banda de rock de todos los tiempos es Yes y para otros es Intoxicados.
Además habiendolos definido como banda de rock habría que preguntarse dos cosas ¿que banda es King Crimson? Y ¿Qué es el rock para estos tipos?
Acá encontré el www.allmusic.com la lista de integrantes:
Bill Bruford - John Wetton - Keith Tippett - Gordon Haskell - Greg Lake - Trey Gunn - Boz Burrell - Mel Collins - David Cross - Robert Fripp - Michael Giles - Peter Giles - Tony Levin - Pat Mastelotto - Ian McDonald - Jamie Muir - Ian Wallace. Esto, que en el caso de otras bandas no sería más que una simple rotación de integrantes, en King Crimson se convierte en un cambio estético descomunal. Acá la idea primigenia que uno tiene del rock se vuelve grande o muy pequeña. Me quedo con la segunda opción. Más porque estos tipos no se alejan del rock con el viejo truco de “hacer de todo”. Eso confunde bastante incluso a quienes no debería confundir. Recuerdo haber ido alguna vez a una disquería en Av. Callao cuyo nombre era excesivamente similar al de la banda en cuestión y pregunté qué tal era el disco “The Construkction of Light”, del que había escuchado algo. El sujeto, en una actitud de poco homenaje a sus patrones (porque no dejo de insistir que tenía que ser un empleado) espetó “más de lo mismo”. Mi reacción no se hizo esperar: “dame dos”, contesté. Por supuesto, esto era una broma. Me fui y lo compré en un lugar donde tenían licencia para conducir disquería.
Fue justamente antes de este disco que la banda anduvo pivotando por los Projekcts, dando recitales obscenamente buenos, y retorciendo las cinco cabezas restantes (no hay que contar a bob) en experimentos que excluyeron según el caso a uno o más de los integrantes de la gloriosa epoca de Discipline, donde los dinosaurios Carmín no cedieron ante el meteorito de los 80 (soy un excelente poeta).
…y en el Projekct One falta Adrian Belew. (Es más, solo aparece en el projekct two tocando v-drums). La pregunta es ¿no será mucho? Sí, es mucho. Muchísimo. Es notable en qué se convierten estos extraterrestres cuando les falta el intérprete con este mundo (que dicho sea de paso también es de otro planeta). Cuando no está el maravilloso compositor de canciones, frontman, guitarrista y tipo que expresa con el cuerpo y la voz las infinitas nervaduras que tiene la banda, el que tiene que interpretarlos es uno. Es uno quien tiene que ir a buscar y entender que carajo están haciendo.
Pero no hay problema con esto. Si falta Adrian Belew lo primero que pensamos es que los integrantes del Projekct harán una ronda en el escenario y se olvidarán de que existe el público. Pues no. Por fortuna no es así. Ni siquiera Robert, viejo maniático y obsesivo sentado en su silla–ovni se olvida de que hay alguien del otro lado esperando algo de él. No hace falta verlos. Se escucha. Digamos que si hay algo hard en el mundo del rock es King Crimson. Siempre se dijo que lo que hacen es enfermo. Pues a mí siempre me pareció que en realidad es demasiado sano, no apto para mentes débiles o hedonistas. He leido y escuchado decenas de críticas refiriéndose a estos projekcts como algo menor, como si fuera sencillamente “un cúmulo de zapadas sin sentido, las cuales serán sistemáticamente aplaudidas por un ejército de bobos fanáticos y snobs que nunca escucharán el disco a solas”. Este tipo de observación, que sigue siendo menos nociva que la opuesta (“King Crimson saca un disco donde deja de lado que la experimentación para dedicarse a cosas más banales y blablablabla) omite categóricamente el concepto de equilibrio artístico, del genuino artista que piensa solo en sí mismo para poder pensar mejor en su público, leal y potencial. A quien no le interese esta banda, no le va a gustar nada que no pase cerca de sus oídos, y cualquiera de estas zapadas le va a parecer un robo. Por lo tanto no significa mucho decirles que la banda funciona maravillosamente sin su frontman, aunque sea otra cosa.

Cuando terminamos de escuchar esto, descorchamos y hablamos un rato acerca de la experiencia. Acá el ruido tenía que ver con la concepción de la música, no había nada de música concreta ni ruidos urbanos, ni cosas parecidas. Solo cuatro señores dispuestos a buscar un poco en sus instrumentos y en su interacción, cada vez mejor.

El disco siguiente fue bastante distinto. Paatos, una banda sueca de Art Rock cercano al progresivo bien helado ya tiene tres discos descomunales, uno de los cuales es Kallocain. Esta obra, que todos habíamos escuchado bastante, fue compartida esa misma noche y creó un clima algo distinto al generado por el riguroso arte de escuchar un projekct. En fin, fue puro placer.

Lo que nos quedó luego de casi una hora de música fue una sensación de que esta banda está injustamente criticada en el mundo del progresivo y en el mundo alternativo. Todos notamos sin embargo que la elaboración con que Paatos desarrolla sus obras es de un nivel superlativo, y adolecen de una fineza desmesurada que muchas veces los deja on the edge respecto del majestuoso parloteo de algunas grandes obras progres, el cual en gran parte me gusta aunque nunca pensé que fuera el eje del género. De lo contrario los Projekcts, (casualmente) serían tan progresivos como Nirvana.
Paatos es impactante por su lucidez, la complejidad que exhiben se nota poco, ya que la banda suena como si fuera un solo instrumento. Los temas que son más cortos que la media progresiva presentan en algunos casos una gran complejidad de texturas en la que es muy poco probable que pueda meterse alguna banda alternativa. Pero lo que mas impacta aparte de sus composiciones, es su cantante, Petronella. Una diosa nordica de dientes grandes y voz temiblemente angelical, que aporta la calidez que necesita este grupo humano para cautivar y terminar de convencer de que además de ser un ejercicio de armonías, la oscuridad que escuchamos también conmueve. Sensibilidad, eso es lo que tienen estos artistas, no una pose. De cuestiones ténicas y del ruido que proponene discutiré en otro momento


miércoles, 6 de diciembre de 2006

PERSONA

Este domingo 3 de diciembre hubo un recital en el que me presenté como solista por primera vez. La preparación de este concierto significó varias cosas, pero por sobre todo me absorbió lo suficiente como para decidir suspender momentáneamente varias cosas, entre ellas este blog.

En esa oportunidad presenté junto a mi banda la obra Persona, casi completa, diferenciándose del disco solamente por la ausencia de un tema, en el que los músicos no tocamos ni cantamos.

Todavía no tengo fotos del concierto, y el audio tiene un par de joyas aunque no es el mejor, ya que fue tomado por una vieja cámara de video. Hubo cosas impresentables también, pero no creo que aporte demasiado mostrar lo peor. No es justamente ese ruido el que me interesa. Lo más interesante es que la lucha contra ciertos vicios del cantante está inclinándose hacia mi lado, lento pero seguro. Por otro lado, debo decir que siempre estuve a favor de formar una banda. Pero las bandas se disuelven y yo no me disuelvo, al menos no por ahora. Eso permite que los objetivos se concreten

Ya he sido solista en su momento. Digamos que así empecé a presentarme en escenarios a los 15 años, solo con mi guitarra. Los tiempos han cambiado mucho, la mente ha cambiado mucho, y el sonido se ha convertido en ruido. Aunque claro, Persona es ni más ni menos que una obra de rock. No hay electroacústica, música concreta, ni nada, salvo un par de enventos entrañables como la conversación en el idioma de Letonia, el cual no sonó este domingo.