jueves, 18 de enero de 2007

EL CAMINO DE LA BUENA SUERTE V
La diferencia entre un encuentro y un reencuentro está en la calidad de la búsqueda. O tal vez sea la búsqueda misma (T.Ladrajone).

Como ya contaba por ahí, la fábula del zorro y el quirquincho que se nos enseñó en 7mo grado, era algo que yo ya conocía de antes, y tal vez haya sido por eso que tuve tiempo de pensar en algo más que el trabajo práctico que nos habían encomendado, consistente en crear una narración basada en el hipotético encuentro estos animales un año después.


Yo conocía la fábula debido a que era un ávido lector de Anteojito, una revista infantil/escolar que tenía muy claro como acoplarse a los programas de la época. La fabula había sido de mi agrado desde el primer momento, tal vez por su homenaje a la inteligencia. El trabajo se había pedido para la clase siguiente. Algo me sugirió otra forma de presentarme en sociedad, fuera cual fuera la consecuencia. En vez de una narración en prosa la hice en forma de poesía, Era muy poco lo que yo había hecho de poesía hasta ese momento. Cuando digo poco no es una forma de decir, habrán sido dos como mucho.

Me basé en la estructura que tenían ciertas sextinas en el Martín Fierro. Esto es: 6 versos octosílavos. El primero no rimaba, el el segundo rimaba con el tercero y con el sexto, el cuarto rimaba con el quinto. En mi caso, había estrofas en que el primer verso rimaba con el cuarto y el quinto. Creo que aún no había leído Martín Fierro, pero era fácil y previsible conocer el formato básico.

Me llevó una tarde. No recuerdo las estrofas, salvo algunos versos sueltos. Pero sí recuerdo la adrenalina que tuve cuando escribía. Mi estado de excitación ya me había colocado en otro plano. No había tenido esa sensación aún con la música. Faltarían algunos años. Seguramente esto significó en mí la fantasía de que en medio de tanta exposicion a fuerzas de la oscuridad, había algo a lo que pertenecer, un fortín en el que me sentiría protegido y respetado. Alejandro, un gran artista, una gran promesa o lo que fuera. Pero más allá de la fantasía, yo estaba metiéndome en un baile importante. Estaba poniendo horas de mi vida en el arte.

La poesía fue un suceso a nivel escuela. Solo tuve que corregir una palabrota. (dicho sea de paso no creo que las maestras hubieran podido darse cuenta de los otros errores) y cambiarla por otra con la misma extensión y que rimara, ya justo era la última del verso. Luego hice ilustraciones. Se armó una carpeta con un trabajo muy bueno, que no conservo por que así era mi vida entonces. Se presentó en la feria de literatura, y en la fiesta de fin de año con dos títeres que había hecho la maestra de manualidades, y que se parecían bastante a ella. Aunque pensándolo bien, creo que el quirquincho se le parecía un poco más.

Como pasó un año lectivo entero entre la creación de El Encuentro y el fin de curso, tuve tiempo de jugar mucho a la rima por otros lados, en otras temáticas. Estaba a años luz de lo que quería ser, pero no importaba. Cuando terminó ese año, yo había logrado escribir algunas cosas interesantes y ya no me gustaba más El Encuentro. Lo hice igual, porque no había elección. En otras palabras mi maestra se comportó como se comporta una megadiscográfica. Corría 1982. Sin palabras

El Encuentro inició todo. Componer una letra algún día no sería tan sencillo. Tal vez lo único que tuvo de ventajoso esa poesía fueron los 12 años de preparación inconsciente. Luego todo vuelve a su lugar, y habría demasiado pasos para dar como para darse cuenta a primera vista lo que esto significó.