LA POTESTAD III: ESCINDIDO
Inicio de la obra conceptual LA POTESTAD. Tal vez algún día en su disquería amiga. (Esperemos que antes de que el mundo se quede sin disquerías y Ud. sin amigas)
A los lejos se escucha un piano. Suena la melodía de un himno protestante: LO MORTAL ESTÉ EN SILENCIO. Una advertencia aterrorizadora y amenazante, en la cual se advierte que dios es infinito y nosotros no somos nada, excepto un capricho de su soledad. Pero aquí no hay letra. La poesía algunos la conocemos. Demasiado.
Lo mortal esté en silencio
Y se acalle con temor
Nada humano considere
Pues con bendición y amor
Cristo, nuestro dios, deciende
Exigiendo todo honor
El lugar parece un galpón de gran tamaño, sucio, húmedo, con telarañas, ratas, piso de madera podrido, ventanas con vidrios rotos, poca luz, tal vez solo la que se filtra desde el día nublado.
Alguien, no se sabe quien, parece que no quiere seguir con la letanía sin palabras del piano y decide cerrar la puerta, que rechina como queriendo ser parte de la decadencia del lugar, del piano, del pianista y de lo que está sonando.
Entonces se produce la escición. Se cierran las puertas del delirio y se abren las puertas de otro terror. El terror de ser libre. El sonido es el del vacío, el de las pesadillas, se anticipa una nueva ruptura. Suena la voz de un hombre que habla en lenguas, como si fuera un locutor de radio poseído por una fuerza que no se puede clasificar. Quedan ecos del rechinar de las puertas, ecos de un viento que parece cantar, ecos de un tunel de alcantarilla en una ciudad post apocaliptica, vacía y amenazante, como si un atrevido personaje de HP Lovecraft hubiera decidido darse una vuelta por lugares insanos, pensando que debe así salvar a toda la humanidad. Ahora el piano suena de nuevo, pero nos dice otra cosa. Hay que cazar a todos los dioses que nos protegen. Hay que convertirlos en universo, sol, luna, planetas, rios, montañas, mar, terremotos, tsunamis y solo hay que pensar y pensar. No hay que hablar con ellos. La melodía amenaza con el comienzo de la cacería. Cuatro veces convoca. a la revuelta. Una revuelta de amor pero también de firmeza, conviccines, sabiduría y cazadioses. Estamos en el camino, y decidimos a quien le otorgamos la potestad de nustras propias vidas.