martes, 26 de diciembre de 2006

EL DEDO BIEN AFILADO

Recuerdo una conversación que tuvimos repecto del extraño arte de sacar conclusiones acerca del trabajo ajeno. En el club no se hacen críticas de arte. Asumimos que la visión que compartimos de lo que escuchamos es algo bastante poco usual, por lo tanto no intentamos usarlo como guía de nadie ni de nada. Es poco probable que vuelva a suceder, pero cierta vez introduje las obras diciendo: "Necesito compartir esto porque me parece una verdadera porquería". Esto es porque algunas cosas me despiertan curiosidad a pesar de que no me gustan. Pero generalmente manda el placer y es por esto que escucho y hago escuchar algo. Y si manda el placer o la curiosidad, no hay rastros de trabajo, y por lo tanto no nos asumimos como críticos como si fuera un título. Las reuniones no son algo secreto ni el club es una masonería, de modo que lo que ahí se comenta bien puede llegar a aparecer escrito. Y ahí no hay críticas, sino comentario de lo que nos pasó al escuchar, al compartir, al comentar las obras. Esto también suele aparecer en las críticas que uno escucha o lee.

Aunque...

La crítica de arte, en especial la de música, suele ser un género literario, para el cual es necesario tener el índice más que bien afilado. En cierto sentido está bien, de lo contrario nadie se sentiría con ganas suficientes de leer demasiado seguido tal género. En realidad esto podría ser algo que disgusta, pero hay que aceptar las reglas. Cuando hemos escuchado un disco y hemos quedado fascinados, una buena crítica del disco es la extensión de lo que sentimos. Cuando por el contrario el señor crítico desmerece el trabajo, lo odiamos (al crítico, no a la obra). Esto nos vulnera bastante. O sea, somos un ridículo manojo de piolines al servicio de un ignoto manipulador de mentes. Pues bien, mejor dejarse de joder con eso. Entender el arte de criticar. Relajarse y disfrutar del espectáculo.

Siempre sentí lo mismo hacia la mayoría de los críticos: ellos no hablan de las obras sino de sí mismos. Tienen un millón de chiches dialécticos a su disposición para poder llevar su comentario a buen puerto siempre, y por sobre todas las cosas, un puerto que no es el propio, porque se supone que la crítica es algo que se hace con objetividad (sí, también hago humor) y nunca debería suponerse que ellos son las estrellas en cuestión y no el músico.

Claro, al menos me gustaba leer las críticas cuando alababan a mis discos más queridos. Hasta que algo sucedió. Jethro Tull, una magnífica banda pero que nunca me interesó, tocó en Buenos Aires. Pocos días después leo en un diario una crítica al recital. El eje de la nota se encontraba en los casi 60 años que los muchachos exhibían, en la historia del rock que había sido manchada por el progresivo que vino a complicar algo que era tan puro y bello, y por sobre todo en la nostalgia y en lo poco que la banda tenía para dar, en los que se quedan en el pasado, y bla bla bla. Ah, y los dinosaurios, por supuesto. Lamento comunicarle a la muchacha que escribió semejante estupidez (tenía que decirlo) que lo suyo artísticamente hace agua, básicamente porque la idea de los dinosaurios es tan poco original... He leído esto en críticas de recitales de Yes, de discos de Pink Floyd, Genesis, Emerson, y lo que se te ocurra. Claro, la crítica en cuestión es impresentable pero al pertenecer a un género literiario debemos considerarla como una obra de arte. Entonces, más allá de nuestros gustos, me hago muchas preguntas, no sobre el recital sino sobre su cobertura (aunque me temo que no fuiste al show, querida). ¿Por qué lo complejo atenta contra el rock? ¿Por qué vale más un power trío cantando una letra simple que Pink Floyd cantando "Dogs"? ¿quién determina esto? ¿La masa? ¿La moda? Pensemos en una banda que la rompe en estos tiempos: Coldplay . ¿Tendría Jethro tull que sonar como coldplay para que esta "sujeta" lo trate con respeto o rescate su verdadero valor artístico? ¿tendría que sonar absolutamente todo como Coldplay? ¿Qué es un dinosaurio? ¿un triceratop cantando "Firth Of Fifth? ¿que tendría que hacer Ian Anderson ahora que está viejo? ¿jubilarse como va a hacer algún día la persona que ¿cubrió? el recital y dedicarse a esperar la muerte? ¿le queda mal esa ropa y esa flautita? ¿por qué no se hace un piercing? ¿le queda mal el rock a los de mas de 40? ¿Cuánto vale la opinión de las personas que van los recitales de estas bandas? ¿nada? ¿fue el progresivo alguna vez una moda? (Pero moda, moda ¿eh?) ¿Es aburrido el progresivo? ¿Está mal visto tocar más de tres acordes? La gente que se tira contra bandas dinosaurios ¿escucha solo lo que es vanguardia? Los Sex Pistols, por ejemplo, una banda que nació perimida pero que cumple con los requisitos dictados por el snobismo antiprogresivo ¿son dinosaurios o son vanguardia? ¿Es vanguardista tocar mal? ¿qué está bien? ¿qué está mal? ¿Qué quiere decir perimido?

No voy a escribir las respuestas, aunque las tengo todas, igual que la mayoría. El tema no es este recital, que justamente no me había interesado pero cuyo comentario ...profesional me hizo pensar en algunas cuestiones. Me importa poder rescatar de las críticas de arte su lado literario, y ubicarlas en el lugar que les corresponde. Un lugar en la literatura, que debería considerarse con vida propia, con vuelo propio. No corresponde, según creo, entender que hubiera hecho mal en ir a ver a Jethro Tull, o tal vez en entender que lo mejor es comprarme un disco de este o aquel artista basándome en un comentario escrito en una revista o en diario. Pero está muy bien poder disfrutar de la comicidad de quienes defenestran una obra, o emocionarse con los que fanáticamente contagian el deseo de ir a ver un show, o admirarse del poder detectivesco de quienes encuentran plagios en medio compas, en un arte de tapa, en una frase, en un gesto, en una entrevista, etc.

Por favor, no hablemos de arte, señores críticos, hablemos de Ustedes. Son personas maravillosas y me encanta lo que ustedes hacen. A veces. Porque acá también hay plagio (sin ir mas lejos me remito a la crítica del recital detallada anteriormente, nada original), y eso no está bien en el arte, ni siquiera en el arte de escribir en 20 minutos sobre algo que llevó meses o tal vez años de gestación. Pero lo importante es que de vez en cuando se produce el mágico momento en el que lo que ustedes escriben llega a mi corazón de una manera fulminante, y ahí me encuentro, diciendo maravillas de las críticas, y tratando de recordar de qué disco o de qué show estaban hablando.

martes, 19 de diciembre de 2006

PROJEKCT ONE:Live at the Jazz Café.
PAATOS: Kallocain.

King Crimson: La mejor banda de rock de todos los tiempos. Esta definición, que es más parecida a lo que algunos dicen de la biblia no aporta nada (tal vez por esta misma razón). Para algunos la mejor banda de rock de todos los tiempos es Yes y para otros es Intoxicados.
Además habiendolos definido como banda de rock habría que preguntarse dos cosas ¿que banda es King Crimson? Y ¿Qué es el rock para estos tipos?
Acá encontré el www.allmusic.com la lista de integrantes:
Bill Bruford - John Wetton - Keith Tippett - Gordon Haskell - Greg Lake - Trey Gunn - Boz Burrell - Mel Collins - David Cross - Robert Fripp - Michael Giles - Peter Giles - Tony Levin - Pat Mastelotto - Ian McDonald - Jamie Muir - Ian Wallace. Esto, que en el caso de otras bandas no sería más que una simple rotación de integrantes, en King Crimson se convierte en un cambio estético descomunal. Acá la idea primigenia que uno tiene del rock se vuelve grande o muy pequeña. Me quedo con la segunda opción. Más porque estos tipos no se alejan del rock con el viejo truco de “hacer de todo”. Eso confunde bastante incluso a quienes no debería confundir. Recuerdo haber ido alguna vez a una disquería en Av. Callao cuyo nombre era excesivamente similar al de la banda en cuestión y pregunté qué tal era el disco “The Construkction of Light”, del que había escuchado algo. El sujeto, en una actitud de poco homenaje a sus patrones (porque no dejo de insistir que tenía que ser un empleado) espetó “más de lo mismo”. Mi reacción no se hizo esperar: “dame dos”, contesté. Por supuesto, esto era una broma. Me fui y lo compré en un lugar donde tenían licencia para conducir disquería.
Fue justamente antes de este disco que la banda anduvo pivotando por los Projekcts, dando recitales obscenamente buenos, y retorciendo las cinco cabezas restantes (no hay que contar a bob) en experimentos que excluyeron según el caso a uno o más de los integrantes de la gloriosa epoca de Discipline, donde los dinosaurios Carmín no cedieron ante el meteorito de los 80 (soy un excelente poeta).
…y en el Projekct One falta Adrian Belew. (Es más, solo aparece en el projekct two tocando v-drums). La pregunta es ¿no será mucho? Sí, es mucho. Muchísimo. Es notable en qué se convierten estos extraterrestres cuando les falta el intérprete con este mundo (que dicho sea de paso también es de otro planeta). Cuando no está el maravilloso compositor de canciones, frontman, guitarrista y tipo que expresa con el cuerpo y la voz las infinitas nervaduras que tiene la banda, el que tiene que interpretarlos es uno. Es uno quien tiene que ir a buscar y entender que carajo están haciendo.
Pero no hay problema con esto. Si falta Adrian Belew lo primero que pensamos es que los integrantes del Projekct harán una ronda en el escenario y se olvidarán de que existe el público. Pues no. Por fortuna no es así. Ni siquiera Robert, viejo maniático y obsesivo sentado en su silla–ovni se olvida de que hay alguien del otro lado esperando algo de él. No hace falta verlos. Se escucha. Digamos que si hay algo hard en el mundo del rock es King Crimson. Siempre se dijo que lo que hacen es enfermo. Pues a mí siempre me pareció que en realidad es demasiado sano, no apto para mentes débiles o hedonistas. He leido y escuchado decenas de críticas refiriéndose a estos projekcts como algo menor, como si fuera sencillamente “un cúmulo de zapadas sin sentido, las cuales serán sistemáticamente aplaudidas por un ejército de bobos fanáticos y snobs que nunca escucharán el disco a solas”. Este tipo de observación, que sigue siendo menos nociva que la opuesta (“King Crimson saca un disco donde deja de lado que la experimentación para dedicarse a cosas más banales y blablablabla) omite categóricamente el concepto de equilibrio artístico, del genuino artista que piensa solo en sí mismo para poder pensar mejor en su público, leal y potencial. A quien no le interese esta banda, no le va a gustar nada que no pase cerca de sus oídos, y cualquiera de estas zapadas le va a parecer un robo. Por lo tanto no significa mucho decirles que la banda funciona maravillosamente sin su frontman, aunque sea otra cosa.

Cuando terminamos de escuchar esto, descorchamos y hablamos un rato acerca de la experiencia. Acá el ruido tenía que ver con la concepción de la música, no había nada de música concreta ni ruidos urbanos, ni cosas parecidas. Solo cuatro señores dispuestos a buscar un poco en sus instrumentos y en su interacción, cada vez mejor.

El disco siguiente fue bastante distinto. Paatos, una banda sueca de Art Rock cercano al progresivo bien helado ya tiene tres discos descomunales, uno de los cuales es Kallocain. Esta obra, que todos habíamos escuchado bastante, fue compartida esa misma noche y creó un clima algo distinto al generado por el riguroso arte de escuchar un projekct. En fin, fue puro placer.

Lo que nos quedó luego de casi una hora de música fue una sensación de que esta banda está injustamente criticada en el mundo del progresivo y en el mundo alternativo. Todos notamos sin embargo que la elaboración con que Paatos desarrolla sus obras es de un nivel superlativo, y adolecen de una fineza desmesurada que muchas veces los deja on the edge respecto del majestuoso parloteo de algunas grandes obras progres, el cual en gran parte me gusta aunque nunca pensé que fuera el eje del género. De lo contrario los Projekcts, (casualmente) serían tan progresivos como Nirvana.
Paatos es impactante por su lucidez, la complejidad que exhiben se nota poco, ya que la banda suena como si fuera un solo instrumento. Los temas que son más cortos que la media progresiva presentan en algunos casos una gran complejidad de texturas en la que es muy poco probable que pueda meterse alguna banda alternativa. Pero lo que mas impacta aparte de sus composiciones, es su cantante, Petronella. Una diosa nordica de dientes grandes y voz temiblemente angelical, que aporta la calidez que necesita este grupo humano para cautivar y terminar de convencer de que además de ser un ejercicio de armonías, la oscuridad que escuchamos también conmueve. Sensibilidad, eso es lo que tienen estos artistas, no una pose. De cuestiones ténicas y del ruido que proponene discutiré en otro momento


miércoles, 6 de diciembre de 2006

PERSONA

Este domingo 3 de diciembre hubo un recital en el que me presenté como solista por primera vez. La preparación de este concierto significó varias cosas, pero por sobre todo me absorbió lo suficiente como para decidir suspender momentáneamente varias cosas, entre ellas este blog.

En esa oportunidad presenté junto a mi banda la obra Persona, casi completa, diferenciándose del disco solamente por la ausencia de un tema, en el que los músicos no tocamos ni cantamos.

Todavía no tengo fotos del concierto, y el audio tiene un par de joyas aunque no es el mejor, ya que fue tomado por una vieja cámara de video. Hubo cosas impresentables también, pero no creo que aporte demasiado mostrar lo peor. No es justamente ese ruido el que me interesa. Lo más interesante es que la lucha contra ciertos vicios del cantante está inclinándose hacia mi lado, lento pero seguro. Por otro lado, debo decir que siempre estuve a favor de formar una banda. Pero las bandas se disuelven y yo no me disuelvo, al menos no por ahora. Eso permite que los objetivos se concreten

Ya he sido solista en su momento. Digamos que así empecé a presentarme en escenarios a los 15 años, solo con mi guitarra. Los tiempos han cambiado mucho, la mente ha cambiado mucho, y el sonido se ha convertido en ruido. Aunque claro, Persona es ni más ni menos que una obra de rock. No hay electroacústica, música concreta, ni nada, salvo un par de enventos entrañables como la conversación en el idioma de Letonia, el cual no sonó este domingo.

domingo, 12 de noviembre de 2006

EL CAMINO DE LA BUENA SUERTE IV

En medio de una latencia demasiado perfecta, aparece el interés por aprender música de una manera poco alentadora. Es decir, como si estuviera sentado frente a un lago con el compromiso de beberme hasta la última gota de agua. Es muy probable que hubiera en mi historia familiar una fuerte tradición de corto plazo y planificación cero, razón por la cual lo habitual era quedarse sentado frente al lago sin intentar siquiera el primer sorbo. Pero la imaginación es feroz, y aunque no movamos un dedo, no cuesta nada ver la tarea terminada. Así es como cuando alguien sugirió mi actividad musical, yo no me imaginé precisamente la primera lucha con el diapasón ni por hacer que mis manos obedecieran, sino que me vi ejecutando una obra que seguramente escucharía por esos días y que ahora ni recuerdo, salvo que parecía el Moto Perpetuo de Paganini. Luego surgió la posibilidad de tomar clases de guitarra. Los comienzos fueron poco auspiciosos, no solamente por el contexto un poco terrorífico para un chico de 10 años, (aunque hoy podría ser peor), sino también porque tocar la guitarra es difícil. Me descubrí enfrentado en soledad y con las deficientes fuerzas propias de la edad no solamente al instrumento, sino también a una encrucijada: ¿Seguía la tradición familiar y me quedaba sentado observando el inmenso espejo de agua o empezaba a beber, de la forma más adecuada y metódica hasta donde pudieran llegar mis fuerzas? Con un poder de creatividad no muy recomendable y una percepción de la finitud poco característica de la edad, desarrollé una tercera opción: me arrojé al agua y traté de tomarla toda de un trago. Pero no había tercera opción. Esta no era más que otra vía para expresar y desarrollar la primera. Así fue como luego de la indigestión que la euforia provoca, me encontré sentado frente al lago, tal como atávicamente se nos había enseñado, tratando de entender qué había pasado, y conjeturando que tal vez en la vida siguiente alguna recompensa habría.

Afortunadamente la vida siguiente no fue la vida eterna, sino una que había sido concebida en esa actitud de arrojo, esa búsqueda de algo distinto, ese intento de ruptura con lo tradicional, (aunque dudo que la palabra tradición , que implica algo de construcción, fuera la que mejor nos definía) que me impulsó a creerme que era un dios, y que luego de ser vencido por la guitarra y por el escenario donde se desarrollaba este mamarracho, me dejó marcadas dos cosas importantes: la notación musical y la composición. La segunda más profundamente.
Como ya insinué, las clases de guitarra duraron poco. No tenía una guitarra acorde a mi edad, no tenía fuerza para pisar las cuerdas, la profesora era un ser abominable, me costaba tomar la decisión de salir de mi casa, tomaba clases en grupo, y por último, no parecía ir a ningun lado con lo que hacía. Pero ya había sido infectado con el germen del arte, y más allá de que a la vista fue necesario que pasara mucho tiempo, el camino del ruido pudo haber nacido aquí, cuando me di cuenta de que esto no servía para nada (en los términos de la clase obrera con delirios de burguesía, claro), pero que igual había un camino que no podía dejar a un lado. Cuando me dí cuenta de esto, ya había hecho muchas canciones, y no podía volver atrás ni estaba interesado en hacerlo.

lunes, 6 de noviembre de 2006

ART ZOYD: NOSFERATU

Cuando presenté esta música en el club del ruido, ya había visto la película un par de veces, siempre con la música de Art Zoyd. Hasta el momento de verla, si bien conocía la historia, solo había tenido la oportunidad de conocer fragmentos de ésta y de otras del género, en informes sobre cine mudo, cine de terror y cosas similares. Entonces todas esas historias me parecían tan escalofriantes como Garfield. Y lo más notable era que la música no ayudaba. Eso hacía que yo viera el terror de esa época como algo para asustar a criaturas. Cuando conocí Nosferatu, mi crispamiento fue tal que la tuve que ver por partes. Y no solamente se debe a lo valiosa que es la película como obra fundacional del género, sino también a que la música se entiende bien, ya sea con el film, ya sea conmigo. Voy a ser claro: Nosferatu no es solamente una bestia pop que se ha convertido en ícono del cine (más aún que la primera Drácula) del expresionismo alemán, del cine mudo y de otras cuestiones, sino que además da miedo. Pero seguramente va a dar más miedo si la música no interfiere. O es cine silente en serio y carece de sonidos, o la música se usa para realzar el drama. Y este es el caso de lo que hizo Art Zoyd, con este y con otros films.
La exposición fue un éxito. La combinación de música y película fue algo muy fuerte. Al terminar bromeábamos acerca de la eficiencia de dos obras obras que no eran originales. Por un lado, la película es una versión libre y no autorizada de Drácula, y por otro, la música fue hecha en 1989, lejos, muy lejos de la original.
La música del disco es levemente distinta en la película. Elegí el disco por cuestiones de omisiones y repeticiones del film, que dura 40 minutos más pero tiene menos temas. No obstante la referencia aparece constantemente.



Estos son los temas del disco:
L'oeuf du Serpent: El huevo de serpiente
L'agent Renfield: El agente Renfield
Le Voyage de Harker: El viaje de Harker
Le Matin: La Mañana
Le Chateau: El castillo
Nosferatu
L'oeuf du Serpent II: El huevo de serpiente II
Rumeurs: Rumores
Rumeurs II: Rumores II
Anaphase: Anafase
Le Maitre Arrive: El maitre arriba
Rumeurs III: Rumores III
Les Docteurs: Los Doctores
La Peste: La peste
Livre des vampires: Entrega a vampiros
Anaphase II: Anafase II
Le Maitre Est Mort: El Maitre Murió
Marees: Mareas
Beffroi: Campanario
Sleep No More: No más dormir.

Estas son algunas palabras con que definimos la música de la obra y por supuesto, algunas le caben perfectamente a toda la obra del grupo:
"atrapante - fría - insoportable - macabra - irritante - lejana - retorcida - provocativa - vanguardista - complicada - desesperante - amenazante - ridícula - Inteligente - asfixiante - oscura".
Para lograr estas cosas en el oído, que parecen no dar lugar a la indiferencia, los Art Zoyd se las arreglaron muy bien. En primer lugar desisten de armonías, melodías, formas rítmicas y timbres convencionales, y aunque no inventan mucho, inventan esta música. (Hago esta aclaración porque seguramente hay algún afiebrado que ya está retrucando recurriendo a nombres como Schoenberg, Bartok, etc).Eso genera ruido, y asusta.
Otro recurso muy usado a lo largo de toda la obra es la superposición de capas de sonido que terminan haciendo colapsar los temas que se valen de esto, aunque saben terminar justo a tiempo. Pareciera AZ no tiene ningún prejuicio para lograrlo, así es como escuchamos sonidos sampleados, arpegios desaforados, gritos, sirenas, ruidos de todo tipo. El primer tema, L'oeuf du Serpent (El huevo de serpiente), es un buen ejemplo de esto. Y acá descubrimos otra cosa. Las capas que sonido secundarias aparecen como protagonistas en otras canciones. Pareciera que todo el disco-soundtrack hubiera salido de este tema.

L'agent Renfield(El agente Renfield): No se cual es la causa, pero tanto aquí como en el siguiente, los Art Zoyd decidieron que el nombre de la canción incluiría a personajes de Drácula y no sus iguales de Nosferatu. Amenazante y desolado - dudosa armonía - amenazante y alerta - dudosa armonía. Describo así las cuatro partes que componen este tema y su relación con la película. La primera es de los textos introductorios, y podría ser un nombre aparte, si no fuera porque sus sonidos se mezclan con la tercera. La segunda presenta a Hutter y su esposa, una maravilla de escena, miren. La tercera presenta a Knock y teniendo como fondo los tañidos desquiciados que ya habíamos escuchado al principio, suena una música inquietante. La cuarta parte es muy parecida a la segunda, y la escena es continuación de la exposición matrimonial, casi idílica. Pero ya están pasando otras cosas. En realidad las parte 2-4 son suaves, casi infantiles, pero se adivina un clima denso. Algo lejano, inexplicable, que no termina de tranquilizar.

Le Voyage de Harker (El viaje de Harker - Otra vez con Drácula. Olrai). Por segunda vez pero no por última, aparece el tema de los títulos, maravillosamente tratado de otra manera, y con un par de inclusiones nuevas, como percusión. 100% cinematográfico. En la Película se pueden notar algunas sincronizaciones con la imagen. Por ejemplo la percusión comienza en el momento en que Harker/Hutter golpea la mesa. Esto abunda en el film, de otras maneras.

Le Matin. La mañana: Minimalismo atroz. Casi una abulia de sonido. Tan parecido a despertarse.

El castillo: Hay varias partes diferenciadas. Primero, con sonidos ambientales, y el con el tañido del tema 2, esta obra nos acerca al castillo de Orlok. Dura tarea. Luego, sonidos de la naturaleza anuncian la mañana y al final, vuelve la superposición de texturas que parecen disputarse el liderazgo frente al oído, creando tensión, porque después de todo, a diferencia de Hutter, uno sabe que las cosas no están bien.

Nosferatu: con todos los sonidos desde el comienzo, interactuando y "peleando" se forma una textura densa y asfixiante. La tensión crece. Solo descansa para que dos instrumentos preponderantes intercambien el primer puesto.

L'oeuf du Serpent II: El huevo de serpiente II: en la repetición del tema de los títulos, la rotación favorece a una melodía aparentemente irregular, que desata la composición, la cual se va perdiendo a favor de otros ataques de melodías "laterales". La única manera de demostrar la maestría con la que Art Zoyd hace esto es escuchando la música, aunque podría dar una pista. No se trata de alguien que empieza haciendo un solo y luego es abordado por otro instrumento que se interpone con otro solo, pero no por eso deja de tocar, etc, etc. Aquí todo tiene un sentido más profundo que crear un clima apoteótico. Los señores estos tocan mientras miran la película. Se nota.

Rumeurs (Rumores): funciona como una continuación perfecta del track anterior, aunque musicalmente no se le parezca. Yo más que rumores percibo que hay algo alarmante, pero no inestable ¿Se entiende?. Mis colegas no lo entendieron, al menos las primeras 10 veces.

Rumeurs II (Rumores II): Vuelve la superposición de sonidos, mas y menos lentamente que otras veces, aquí la desolación se parece más a una devastación postnuclear que a la nostalgia. Pero en este caso sí, son rumores. Empieza casi inaudible, con un sonido parecido a un chirrido de metales, como una vieja calesita de mano, y las voces se van sumando, hasta que el gran pad se come a todos los que hablaban, cada vez más fuerte, como pasa con los rumores.

Anaphase: (anafase): Mientras el barco va quedando en manos del vampiro, suena este tema y me siento en condiciones de afirmar que nunca, ni siquiera en las otras composiciones de la misma película, escuché algo que tuviera una simbiosis tan fuerte con la imágenes, que emanara con tanta naturalidad de las imágenes, que se abrazara con el concepto, como si el mismo director de Nosferatu, o tal vez el mismísimo vampiro, hubieran compuesto la música de esta sección. Aquí, y creo que lo que se escucha influye notablemente, he sentido la profunda necesidad de alejarme de la película. Y no es por miedo. Es porque ya es demasiado. Igual, seguimos hasta el final.

Le Maitre Arrive (El maitre arriba): A pesar de que me choca la forma en que irrumpe en lo que venía dándose, trato de recomponer y adaptar el oido. Acercarme al diálogo feroz de estas dos partes. El vampiro llega a la ciudad, Knock está desesperado. El vampiro con su cajoncito de tierra a velocidades inverosímiles, Knock es capaz de matar para salirse con la suya y llegar a su maestro.

Rumeurs III: Rumores III: Continuación más bien de la parte I. Es detestablemente bueno este tema. No puedo dejar de preguntarme como hacen para meter tanto en tan poco tiempo, que parezca tan poco, pero que se note que es mucho. ¿se entiende?.

Les Docteurs (los doctores): La estabilidad de la música sirve de fondo a un ambiente académico, donde los médicos intentan develar el misterio de varias muertes. Y de repente, llega la peste.

La Peste: Más minimalismo. Estado de sitio. Música de cuarentena

Livre des vampires (Entrega a vampiros): La habilidad con que se entrelazan capas de sonido son asombrosas. Aquí se nota mucho la idea de dos tipos de texturas, que usan en toda la obra: las estables, y las inestables. La primeras son repetitivas, como una máquina, son graves potentes, y marcan el rumbo, o mejor dicho diseñan la estrucura y los límites (el tema es bastante corto) Las segundas se dedican a intervenciones más improvisadas, son agudas, penetrantes. Es como si por un lado hubiera dos o tres posturas monolíticas, que se complementan pero no se tocan, y por otro, el grito de nuevas propuestas que quieren hacerse escuchar. Diálogo de monólogos.

Anaphase II: Música de persecusion. Mezcla dos temas, por un lado el elogiado Anafase y por el otro la obstinada "percusión armónica" de la -llamémosla así- obertura. Con esto, da la sensación de que Art Zoyd hubiera sacado todo el material del primera tema.

Le Maitre Est Mort (El Maitre Murió): La cosa no empieza como para poder redimirse en tres minutos y medio. Los tecnobronces, los coros de niños no levantan las sombras de la muerte.

Marees (Mareas): Apoteosis. Sería la música ideal para las escenas de la sombra del vampiro, y todo lo que tiene que ver con el camino a su muerte, pero no está en la película.

Beffroi (Campanario): El maestro ha muerto. Hellen ha muerto. Nosotros ya no somos los mismos. La música nos muestra una alegría fallida, como si en el sepelio alguien fingiera indiferencia para salir de la pesadez, logrando apenas sonrisas forzadas de agradecimiento y miradas de desaprobación o desconcierto. Hay que continuar, la vida continúa, aunque muchos no sabrán para qué. La calesita de mano vuelve a sonar. Cada intervención sonora se mezcla con las campanas, y renuncia, impotente, mirando al piso con resignación, mientras otro instrumento lo intenta. También está solamente en el disco.

Sleep no more (no mas dormir): entonces llega el final que va como tragándose el dolor con la euforia necesaria en estos casos. Si estuviera en la película, sería el tema de los títulos, aunque no hay demasiado que explicar. Una voz gutural nos trae el recuerdo de Nosferatu, como si alguien se pusiera maníaco y lo imitara una vez que lo más terrible fue superado. Aquí tenemos la sensación de que la película bien podría haber sido filmada a fines del siglo XX. Los sintetizadores arrasan, hay ritmo, no hay alegría, parece un tema gótico de finales de los 80 pero hecho por alguien que no sabe que existe el rock ni el gótico, pero sabe que existen Nosferatu y el ruido. FIN.

La primera sensación que tuve cuando escuché a estos chiflados fue que necesitaba imitarlos hasta que no quedara ninguna duda de que mis sonidos más nuevos eran un robo. Nunca lo hice, ni siquiera lo intenté. No tengo la menor idea de cómo hacen lo que hacen. Con el tiempo me voy a enterar. Obviamente busqué información en la gran biblioteca universal y me encontré con una entusiasta crónica de un recital en México, en la cual relata que en los días siguientes presentarían la música de otras dos películas que tenían hechas entonces (era 1998): Faust y Haxan. Envidiable.

Se podría decir que la reunión del Club del Ruido para ver una película fue algo distinto a lo habitual. También que lo que escuchamos no era rock. Bueno, por eso dije alguna vez que escuchamos "principalmente" rock. Todos nos pasamos desde la adolescencia (y en algun caso desde la niñez) escuchando rock, y seguramente hay mucho de eso que no nos provoca. No hace ruido. La película, aparte de ser una buena oportunidad de ver algo notable, era la mejor manera de entender porque se compuso esta banda de sonido.
A este trabajo le pongo 9,75. Simbólicamente, le niego el 10 por no haber incluido algunos temas en la película. No creo que publique nada que tenga menos de 9. Para eso está la crítica.

martes, 10 de octubre de 2006

EL CAMINO DE LA BUENA SUERTE III



Recuerdo que en medio de tanto Coco Diaz, le tenía pavor a la desolación licenciosa de la frase "Caminito que el tiempo ha borrado". Tendría cinco años de edad y esas palabras, acompañadas de una música que se me hacía fúnebre eran ruido puro. Nunca me imaginé que muchos años después la depresión que nunca tuve iba a llevarme por caminos que me enriquecieron, y me hicieron conocer la rigidez de ciertas formas oscuras de arte, personas misteriosas y solitarias, noche, finales poco felices, pérdidas y la vuelta de todo eso: cuando vemos que no es necesario vivir en un castillo alejado del mundo para ser amigo de la oscuridad y tampoco hace falta estar triste o tener una vida miserable. (Aunque la verdad es que es un poco necesario transitar esos caminos, y el problema es que muchos se quedan ahí, ya que a veces la luz es más temible que la oscuridad).

Me pregunto si habrá sido en esta etapa o más adelante que pude vislumbrar el peso que tenían las alusiones a la pérdida. Suena algo fantasioso que se haya tratado de una elaboración pero bien pudo haber sido la semilla de algo posterior. Además, este tipo de cosas no caen en el vacío. Algo estaba sucediendo en aquellos años.

Nunca me gustaron las historias que terminan mal, pero a mí, igual que a muchos, me atrae el vacío que nos provoca el espanto. Y más allá del ruido, el arte ataca, y acá estamos. A mis 5 años, la frase "Caminito" (algo pequeño, como yo en aquellos años) "que el tiempo" (algo ajeno) "ha borrado" (algo así como la muerte) era una bomba que me llenaba de desesperanza y también era un camino. Tal vez en oposición a la letra del tango, un camino que el tiempo abriría.

Mi declarado rechazo a la nostalgia del que hablé en otra oportunidad bien podría tener que ver con estas perdidas, como para recordarme que no quería perder absolutamente más nada y como para advertirme que para sentir nostalgia (pero nostalgia, nostalgia, ¿eh?, es decir, añoranza y flia., no simplemente el dolor de una separación o una derrota puntual) tengo toda la vejez.

lunes, 9 de octubre de 2006

SUPER MARIO BLEF

Aquí transcribo una muy interesante declaración del Dr. Mario Bunge en una entrevista telefónica realizada con el diario Clarín publicada el sábado 7 de octubre de 2006:
"El rock es arte comercial. Los rockeros no tienen educación musical, no se han sometido a la disciplina del aprendizaje de la música. Muchos de ellos tienen mucho oído pero, dicho sea de paso, el oído de los rockeros decae muy rápidamente porque tocan música a un volumen tal que aquel se destruye. Para mí, el rock es la negación de la música".

...Mario, querido. Tantos años de ciencia, tantos años en la cima del conocimiento observando desde arriba las coronillas de millones de seres ignorantes y no hubo un colega, un libro, una notita siquiera que te avisara que el organo auditivo es el cerebro ...mis oídos y los tuyos son iguales, aunque seguramente vos padecerás una profunda presbiacusia. Nuestros cerebros, en cambio, son radicalmente distintos. Vos sos el hombre más inteligente del mundo (no de la Argentina como dijo hace mucho tiempo una publicación, porque vos no sos argentino), y yo tengo un cerebro que se interesa en el ruido, y lo que es mejor, lo domina en más de una ocasión, así como algunos pueden hipnotizar serpientes y otros -no es tu caso- dominar a sus fantasmas.

jueves, 5 de octubre de 2006

EL CAMINO DE LA BUENA SUERTE II

Haber tenido discos en mis manos me lanzó a creer tempranamente que tenía derecho a manipularlos. Semejante escenario no era posible sin mí, sin el disco elegido y sin el tocadiscos Winco, obviamente, un apreciado objeto de aquellas épocas, tal vez el único electrodoméstico por el cual la interacción que hoy se vive con el más allá no era algo inconcebible. Dicho electrodoméstico, culpable de algunos tuvieran la idea de comprar música, se encontraba sobre el televisor. Yo me subía a una silla o una mesa contigua, elegía el material y me quedaba escuchandolo hasta el final. Esto pudo haber sido el germen de mi interés en el disco-obra, en la obra de concepto.

Había discos de tango, folklore, clásica, boleros y también mucho de la porquería a la que me referí en la intervención anterior.

Curiosamente solamente recuerdo un nombre de mi muy temprana edad: Coco Diaz. Un señor que hacía humor con sus canciones al menos en ese disco.

Recuerdo algunas frases:

"Hay baile en el boliche, ya rezonga la chancha / y los paisanos gritaban ¡vayan abriendo cancha! (...) Qué lindos mozos los de mi pago/que a la botella le llaman trago..."

"Se quema el rancho, se quema el rancho (...) Qué linda fiesta! ¿Quién lo diría? (...) ¡'cha que lo tiró!..."

"Suspira y suspira el pobre celoso / no quiere que nadie..." (no recuerdo más) "Cela de mí, cela de ti, cela de él..." no sé si esta última parte era así, pero sí recuerdo que solía cantarla cuando la gente de mi grupo familiar quería entretener a desconocidos con las "monerías" del nene.

"El pullover todo remendado..." y no me acuerdo más. Pero como volví a escucharlo más o menos 20 años después, creo que hablaba de la moda de aquellos años. Se podría decir que eso hubiera sido radicalmente inconcebible en el folclore de aquella época (o sea el folklore). A mis tempranos 4 ó 5 años alguien se encargó de hacerme notar que el señor no cantaba precisamente la frase: "el culo ver todo...etc, etc"

Con estas palabras o con otras, voy a repetir esto muchas veces en mis próximas intervenciones: es fantástico, casi de milagro hollywoodense, lo que hice por mí mismo a lo largo de mi vida en materia de cultura. Recuerdo un amigo que me contaba que a sus 4 años hacía lo mismo que yo, se subía a una silla y escuchaba un disco. Pero él escuchaba "Dark Side of The Moon". 30 años después, el sigue escuchando "Dark Side of the Moon" y yo no escucho ni a Coco ni al disco de Pink Floyd. Qué pena, amigo...encontraste tu techo tan pero tan pronto.

NIÑO: ¡Tengo frío!
ADULTO: ...tirate al río













...eso no tiene nada de gracioso

lunes, 2 de octubre de 2006

EL CAMINO DE LA BUENA SUERTE

Evidentemente mi primer contacto físico con la música fue aquella guitarra de juguete que hacía resonar sin culpa a edad temprana, algo así como 4 años o menos.
Pero hubo otros muy importantes.
Recuerdo que vivíamos en Quilmes y tendría la edad mencionada cuando aquella fiesta o reunión de amigos o asado entre vecinos me brindó la oportunidad de sostener una pequeña pila de discos que transporté de las manos de un adulto a las de otro adulto. Entre líneas se puden interpretar dos cosas en esta actitud. La primera dice: "Alejandro es capaz de hacer bien la tarea y es muy seguro en sus acciones". La segunda sentencia: "la música no tiene ningún valor para mí, así que dale los discos a Alejandrito". Hay otra posibilidad y era que estos dos sujetos que constituían los puntos que uní con mi trayectoria estuvieran ebrios. Lo importante: Puedo recordar lo pesada que me resultaba la pila, algo que se marcó en mi memoria como una hazaña que todavía me hace sonreír. Tan importante que no recuerdo quienes eran los otros dos. Tal vez la memoria juegue conmigo y me haga pensar que eran dos, cuando quizás fue uno que me dijo: "¿me alcanzás eso?" y el otro sencillamente no existió. O, por qué no, se trató simplemente de una decisión mía. Ví los discos y dije: hagamos algo con esto. En todo caso, es notable los vinilos que integraban el montón constituían una música que para mí hoy goza de escasa reputación (O sea que no goza). En otras palabras creo eran una porquería, de modo que es probable que la intuición me llevara a cometer una deliciosa imprudencia, como una actitud premonitoria. Pero claro, si había un riesgo no era otro que el de la reprimenda, ya que el riesgo de perder para siempre la oportunidad de escuchar esa música era escaso, aunque tardara tiempo en comprenderlo.

jueves, 28 de septiembre de 2006

LA BANDA DE SONIDO DEL VAMPIRO


Un día de maravilloso ocio, buscando información sobre un subgénero del rock progresivo llamado Canterbury llegué a un sitio donde se refería no solamente a éste, sino describía también varios otros subgéneros. Me llamó la atención particularmente el Neo-Clasico Progresivo por su referencia a Bartok, así que intenté conseguir material de las bandas que entraban en esta calificación. Y así apareció Art Zoyd. Para mí fue casi una nueva interferencia, un nuevo desdoblamiento en mi vida musical. Un arte sonoro notablemente antipático, notablemente, seductor, con una arrogancia y una audacia capaces de provocarnos una reacción poco racional como quitar el disco de la compactera y romperlo. O tal vez algo tan poco racional como volver a ponerlo de nuevo, de nuevo, de nuevo...

Empecé escuchando Marathonerre, un disco doble que una vez que empieza a sonar es muchas cosas, menos música de fondo. El nivel de inteligente desolación que tiene la experimentación sonora de estos tipos es suficiente para evitar que uno pueda ponerse a leer, a conversar o a navegar en internet y al mismo tiempo escucharlos. Tal vez lo que uno pueda hacer es ver una película, pero no cualquier película.
..

Es que alguna vez, buscando alguna referencia de prensa supe que Art Zoyd realizaba espectáculos multimedia, algunos de los cuales consistían en la proyección de algún clásico de cine mudo mientras los músicos ejecutan en vivo la música que compusieron para la película. No pude ver, o tal vez no hay videos de esos espectáculos, pero ví una de esas películas, Nosferatu y el efecto fue absoluto. Esta película, como algunos sabrán, es un clásico del terror para el que nadie puede estar preparado, por más que se haya muerto de miedo con lo que sea. No hay forma de estarlo si además debajo o encima de la proyección tenemos a ese mar de lava sonora capaz de dejarnos sin aire. La búsqueda de lo visual se vuelve importante acá. Art Zoyd hace una música que "se ve" o en todo caso necesita ser vista, algo que suelo encontrar en los compositores del siglo XX.

A lo que estos señores hacen desde hace ya mucho tiempo se le suele llamar Ensamble de cámara contemporáneo, música concreta, música de vanguardia, música eletroacústica, o el ya mencionado neo-clásico progresivo. Más allá de que a estas músicas cualquier denominación le queda pobre, elijo la primera. y siendo alguien que toca rock, me pregunto si no sería interesante hablar con frecuencia de "ensamble de rock contemporáneo" o "rock de cámara" o alguna denominación que se le parezca. En todo caso la idea de "música para ver" es curiosa. Introducir elementos de música electroacústica en el rock es algo fascinante. Coquetear con lo experimental nos deja parados en medio de una batalla en la que generlmente se pierde, pero en la que se quiere volver a pelear.
Art Zoyd da cátedra del desconcierto.
A veces un músico se resiste a ser público. Entonces todo ese sonido que sale nos deja desnudos, protestando por no saber como llegar hasta ahí, preguntándonos más de una vez cómo lo hacen. Y veo que esta cosa indescriptible que hacen estos franceses refleja años de resistencia, de pensamiento claro, metódico y caótico (no, no es un error). Años de diseño y desarrollo de ideas únicas, Años de crecimiento y de arte.


Nunca escuché Art Zoyd en radio. No se si alguna vez lo voy a escuchar. Y no se si me interesa. Me interesa que lo escuchés vos, aunque sea para decir que estoy loco y que da la impresión de que me pagaron para que escribiera sobre ellos.
Recomiendo: Marathonerre I y II, Nosferatu (Mi favorito, y ni hablar si al mismo tiempo se ve la pelicula) Faust (con la película o nada) y Metrópolis (si alguna vez tu papá te dijo que el rock es ruido, mejor no le muestres este disco). En estos días estoy escuchando Phase IV, aunque seguramente cuando comente una obra elija Nosferatu, especialmente porque cuando presenté en el Club del Ruido fue aceptada la idea de acompañarla con la película. Lo que además fue una buena oportunidad para que todos la vieramos en compañía, aún quienes la conocíamos

martes, 26 de septiembre de 2006

PAATOS - KALLOCAIN

Paatos, una banda sueca cercana al progresivo bien helado ya tiene un disco posterior al mencionado Kallocain. Como en el club del ruido hay otra forma de entender la novedad, más parecida a escuchar progresivo (o sea, la novedad no está precisamente en la radio), elegí este, que he escuchado mucho más que el nuevo (otra joya). Transcribo un resumen de lo que comentamos aquella noche en que me tocó presentar esta obra a mis amigos. Omitiré en este caso (y probablemente en todos) aclarar cuales comentarios me pertenecen. También dejaré de lado los comentarios negativos y las críticas constructivas. Como ya dije, si esto fuera una crítica, llegaría un poco tarde o estaría comentando el disco nuevo.

Por qué nos gustó escuchar Paatos:
Porque al igual que Flowerkings, Sigur Ross,
White Willow o Terje Ripdal, provienen de un país donde hace frío.
Porque son oscuros, pero no idiotas. Eso se llama sabiduría.
Porque la cantante se llama Petronella, es bella y agradable, canta como una diosa y toca el cello. Ah, y tiene dientes grandes.
Porque la única estrella es la música.
Porque saben experimentar, pero por sobre todo saben cuando no hacerlo.
Porque la música provoca la sensación de estar en un lugar cómodo, que huele bien, donde no abundan los colores fuertes, y la luz del sol no da en la cara.
Porque el sonido se parece a muchísimas cosas (abundan las comparaciones con Portishead, por ejemplo), pero nada se parece a Paatos ¿Se entiende?...eso es entender el arte desde un lugar superior.
Porque tienen buena poesía.
Porque me dan ganas de tocar con ellos.
Porque suenan poderosos, pero no pirotécnicos.
Porque en el desarrollo de los temas pasan cosas, y eso hace que los shows sean distintos entre sí según el orden.
Porque sonarán muy Bristol, pero a Petronella yo le creo más que a Beth Gibbons (en este caso sí aclaro que este comentario no me pertenece).
Porque los produjo Steven Wilson.
Porque el sitio web tiene fondo negro.
Porque entendieron el ruido.

Aunque a decir verdad, creo que Paatos no es un gran cultor de ruido. En todo caso podríamos remitirnos a lo que dijo John Cage acerca del ruido hace ya mucho: "Cuando lo ignoramos, nos perturba. Cuando lo escuchamos, lo encontramos fascinante". Es decir, pequeñas cosas de Paatos, no pueden ser ignoradas porque nos haría sentir molestos e impedidos de acercarnos a Kallocain y a lo que fuera de esta banda. Igual no es nada exagerado.
Sin duda, lo que más sobresale es la cantante, además de ser más que fundamental para aportar algo de pasión a la desmesurada inteligencia que aportan los hombres de la banda.
Tal vez no escuchemos otra vez esta banda en el CDR pero algo voy a tener que comentar sobre el trabajo más nuevo, Silence of Another Kind. Es un disco fascinante, y ratifica lo escrito, al menos en parte

domingo, 24 de septiembre de 2006

...¿VOLVER?












Lamento el poco interés que hay en los de mi generación por avanzar en cuestiones culturales, más específicamente me preocupa la nostalgia musical. El cambio de niño a adolescente es profundo y traumático, sin duda. El cambio de adolescente a adulto es algo gradual, pero es mucho más profundo y tiene un nivel de compromiso de dimensiones descomunales con la obra de la persona.

Cuando yo era púber, alguien de mi edad no se ponía a escuchar música infantil con lágrimas en los ojos. No había nostalgia de algo que se había ido. No sucedería eso ahora. Seguramente uno puede escuchar emocionado el tramo de una cancion, mientras la ficha de su edad cae con crueldad. Pero ¿Alguien se imagina poniendo un disco de Pipo Pescador solo para sentirse otra vez en el año 72? Sin embargo, a la hora de elegir lo que va a escuchar, un tipo de 35 años se decide por lo que lo emocionó hace 20 años. Parece que no hay revelaciones, ya no hay nervios orientados a una búsqueda, a un crecimiento, pero por sobre todo a un cambio. Eso es nostalgia, claro. Pero no es sobre algo maravilloso que perdimos, sino sobre algo que nos resistimos a perder. En algunos casos la cosa llega a las películas, a la televisión (salvo el futbol, claro) y a cosas que no me interesan en este momento.

En realidad estoy hablando pura y exclusivamente de música. Pero esa música que seguimos llevando no solo en nuestro corazón sino también en nuestro I-pod probablemente no pueda seguir sosteniendose. Refleja un momento de nuestras vidas en los cuales nuestra cabeza dio un salto. Hoy no damos otro salto similar, y tal vez nuestras ideas sean rehenes de aquellos momentos que probablemente no hayan sido tan maravillosos.

¿Significa esta nostalgia musical que antes era todo mejor? No. Significa que lo cultural en nuestras vidas está en un segundísimo plano, el del entretenimiento. A los 15 años el entretenimiento y la pasión se confunden bastante, y la música forma parte de nuestras vidas a nivel cultural, a los 35 años la cultura es lo que nos apasionaba 20 años atrás.

Escuchar música, la que sea, no es algo sencillo. Usar el oido no es algo sencillo. Si tuvieramos que aprender a hablar o a escuchar música a los 40 años, la desesperación sería muy grande. La música es una arquitectura que no se ve. Aprender a escucharla es como caminar a oscuras en un edificio más o menos intrincado. A los 15 años uno lo hace aunque no le interese (entretenimiento). A los 40 uno lo hace solo si le interesa.

Yo sostengo que la nostalgia es más cancerígena que el cigarrillo, aunque a diferencia de éste, quienes la padecen no suelen ser perseguidos, aislados, enghetizados, denostados, ni tratados como enfermos, a pesar de que suelen molestar más al prójimo que cualquier fumador. Probablemente la abundancia de nostálgicos sea tal que nadie se sienta realmente molesto.


miércoles, 20 de septiembre de 2006

EL RUIDO SAGRADO DE LOS INADAPTADOS DE SIEMPRE

Hoy veía en la tele un programa sobre la vanguardia artística. Rescato tres cosas que escuché por ahí

1) Lo clásico puede ser vanguardista
2) La vanguardia es irritante
3) La vanguardia surge de una necesidad genuina de los creadores.

La definición de vanguardia hoy se sigue usando para muchas cosas que refieren un arte a contrapelo, aunque no todos los pelos sean iguales. Ya no alcanza hablar del movimiento de comienzos de siglo XX, lo cual está bien para entender el concepto en una palabra.

Voy a los tres puntos:

“Lo clásico puede ser vanguardista”. No creo. Pero sí creo que pudo haber sido vanguardista. Suena gracioso entonces cuando algunos pro-clasicistas desprecian la vanguardia. Esto genera la teoría del universo parlocéntrico: El centro del Universo es el que está hablando. Se podría decir que es un universo bastante agitado, que salta de cabeza en cabeza a velocidades indeseables y poco serias.
Por otra parte, si se confunde vanguardia con moda, y clásico con viejo, entonces puede ser que la correcta expresión sea: La moda retro. Realmente no tiene nada de malo que alguien se vista con ropa de los 60 haga música que suena a vinilo. Es cultura pop. No se propone generar conflictos de ninguna naturaleza entre seres humanos defensores del parlocentrismo.
Pero claro, la vanguardia no es presisamente una maratón, en la que miles arrancan al mismo tiempo. Hay mucho de soledad en una búsqueda, y por si esto fuera poco, a veces algunos están condenados a estar más allá sencillamente porque las cosas que hacen les salen así. En este contexto, bien podría darse el caso de que algo que hoy es clásico alguna vez haya provocado un quiebre en la historia del arte, y a partir de ahí fue parte de la cultura de un pueblo. Lo clásico aporta cierto confort al receptor, lo cual es muchísimo, y por supuesto, se constituye en algo fundamental, sin lo cual no me parece muy recomendable prestarle demasiada atención a la vanguardia. De todos modos, lo que abuda a nuestro alrededor en cuanto a música es (con mayor o menor fortuna y calidad) herencia directa de lo más clásico, por lo cual uno podría perfectamente tener un background clásico casi involuntario como para meterse en cosas raras con comodidad.

“La vanguardia es irritante”. En realidad habían dicho que rompe con los moldes, que no es entendido, que no entra en esquemas preestablecidos, que al principio se la rechaza. ¿por qué? Porque es irritante. Aceptamos eso, pero no lo opuesto. Lo irritante no es vanguardia. No necesariamente. Volvamos a la idea de la soledad. Uno puede quedarse solo por haber corrido cuando otros caminaban. Pero también por haber tomado el camino equivocado, o mejor dicho, el camino que nadie va a seguir. Esto sucede a menudo. No importa si el artista en cuestión es un genio. No hizo vanguardia porque nadie llegó al mismo lugar donde estuvo ni siquiera 100 años después.

“La vanguardia surge de una necesidad genuina de los creadores. La necesidad de hacer algo que no le resulte totalmente previsible a quien lleva a cabo una expresión artística” Es relativo. Alguien puede querer hacer algo distinto y se encuentra a sí mismo abriendo caminos. Alguien puede experimentar mecánicamente sin que haya una necesidad artística, sino algo más lúdico, o tal vez algo de oficio que finalmente da resultado. Por otra parte un artista puede estar encarando algo de una manera diferente según una necesidad genuina de salirse de un camino seguro, pero eso no lo coloca necesariamente a la vanguardia de nada (recordemos lo ya dicho en el punto 2), salvo la que yo creo la más importante: a la vanguardia de sí mismo. (No hay otra manera de crecer que negarse sistemáticamente a la autocompasión). ¿Entonces Marsalis tocando cumbia villera sería vanguardia? Sí, pero afortunadamente solo para Marsalis. Ok, ¿cual es la vanguardia que incumbe a todos o al menos a la mayoría? Tal vez lo que un día será clásico. O sea que para saber si otros tomarán el mismo camino en el futuro, tenemos que esperar a que suceda, no podemos adivinarlo hoy. Y cuando suceda, ya no será vanguardia.

Aquí la foto de alguien que pone cara de hablar de la vanguardia artística.

Si llamamos vanguardia a cualquier cosa rara, tal vez tengamos suerte en el futuro y esa rareza sea clasico. Suponiendo que la cuestión es hacer algo distinto creo que es mejor hablar de experimentación, y luego veremos si es vanguardia, en caso de que eso nos importe a los que, por ejemplo, hacemos música. Lo que estamos buscando son nuestras propias huellas digitales, y ahí puede haber más de una sorpresa. Quien sabe, tal vez el camino sea tocar bossa nova o tango del 40, y si eso es raro yo soy Stockhausen. Ah, o sea que la experimentación tampoco tiene porque ser algo raro...bueno, Marsalis tocando cumbia villera no sería algo de este mundo.

viernes, 15 de septiembre de 2006

CONTRACULTURA



Buscando una información sobre el disco NEROLI de Brian Eno, encontré un sitio llamado CONTRACULTURA. De este sitio, discontinuado, abandonado o mudado quien sabe donde, rescato tres artículos que me interesaron referentes a la música y a mi manera de hacer que ella pase a traves mío:

El ya mencionado comentario sobre NEROLI por su enfoque tan particular, y con el que me identifico bastante por la cuestiones en que expongo en el Club del Ruido cuando me toca musicalizar.Además es muy particular la obra, no me cabe duda alguna.

Un articulo de John Cage de 1937 acerca del futuro de la música. Este tipo sí que me entendió. Brillante. Hoy suena algo naif, pero habrá sido un delicioso terremoto.

Una entrevista a Brian Eno donde explica algunas cuestiones de su particular forma de meterse en la cultura musical. Tomo una idea del Sr. Daniel melero que a su vez habrá tomado la idea de otro: "El arte no debe ser democrático", o "no democraticemos al arte" o lo que sea. La cuestión no es que miles quieran trabajar con el viejo loco Brian, hacer figurar el nombre de Brian en sus obras, ser elegidos por Brian, ser bendecidos por las orejas de Brian. La cosa es QUIENES han querido hacerlo o lo han hecho. No es democracia. Es aristocracia. Claro, en la aristocracia, también en la aristocracia del arte, cada tanto se cuela un indeseable. Pero ese es otro tema.

Volviendo a CONTRACULTURA, supongo que habrá una gran cantidad de páginas muertas por ahí. No creo que duren mucho, este caso es como una especie de milagro, y también eso lo hace interesante. Es como encontrar en un diario viejo algo que nos cambia nuestra manera de ver las cosas. No me dediqué a leer todo lo que hay por el sitio, eso significa que no me hago cargo de lo que aparezca. Lean lo de John y después me cuentan.



lunes, 11 de septiembre de 2006

EL CLUB DEL RUIDO SAGRADO II

Quienes integramos el Club del Ruido hemos llegado a la conclusión de que cualquier música es ruido si no ha sido lo suficientemente procesada por la materia más compleja del universo. Y por eso decidimos enriquecer la percepción de la estructura musical que teníamos, para que cada vez haya menos ruido en nuestra cabeza.

Para ello, nos reunimos regularmente en la casa de alguno de nosotros. Luego de una presentación verbal, escuchamos una obra elegida, casi siempre un disco completo. La escucha se realiza sin interrupciones, como si estuviéramos en el cine. Solo escuchamos y en algunos casos tomamos nota de lo que nos parezca valioso rescatar más adelante. Cuando el disco termina, cambiamos la música, y mientras nos tomamos una copa debatimos libremente sobre lo que hemos escuchado. No hacemos crítica en el sentido clásico del término. Solo tratamos de entender las estructuras. Para criticar, tendríamos que estar siempre con una novedad en la mano, y no es la idea. Hemos compartido obras recontra conocidas por los cuatro que tienen más de 30 años. Cuando es así, generalmente se trata de una obra que es de nuestro agrado, pero nada impide que elijamos algo que no nos parece bueno, aunque no con intenciones destructivas.

Algunas cuestiones del Club del Ruido Sagrado:

El club no se reune en un día fijo. Solo se producen reuniones cuando se cree que hay algo importante para compartir.

Los integrantes del club pueden reunirse para cualquier otra cosa excluyendo la reunión formal: Un recital, una película, una salida, un asado (es como una barbacoa pero apetecible). Lo preestablecido no cuenta en estos casos. Los Recitales no cuentan como reunión aunque se puede volver sobre ellos si se ha conseguido una copia.

El club solo se reune si están todos los integrantes.

En las reuniones, dos integrantes eligen la música, y dos son anfitriones. La rotación es de a un integrante para permitir distintas combinaciones.

Si no hay armonía no hay reunión.

Los límites obedecen a códigos. No hay límites para lo que haya que decir respecto de lo que se ha escuchado y para la música que se elija, pero no fastidies. Elegí algo que no provoque rechazo gratuitamente y no digas algo fuera de lugar.

Los únicos invitados que se admiten son mujeres o anarquistas. Todos los integrantes del club tenemos que estar de acuerdo.

La gente que sabe mucho no es bienvenida. Este punto es prioritario sobre el anterior. Si el invitado es -por ejemplo- Robert Fripp, se puede hacer una excepción sin culpa.

Hay más cuestiones del club. Pero creo que tengo ganas de hablar de alguna reunión...

jueves, 7 de septiembre de 2006





El Club Del Ruido empieza a partir de 4 sujetos que escuchamos principalmente Rock

Acá hay algunas definiciones del rock que escuché a lo largo de mi vida.

“el rock es rebeldía” “el rock es revolución” “el rock es sexo” “el rock es inteligencia” “el rock es amor” “el rock es libertad” “el rock es marginación” “el rock es un fenómeno de masas” “el rock es volumen” “el rock es ruido” “el rock es ritmo” “el rock es como el tango” “el rock es para bailar” “el rock es jugar con los límites” “el rock es fuerza” “el rock es filosofía” “el rock es autodestrucción” “el rock es el demonio” “el rock es la droga” “el rock es política” “el rock es poesía” el rock es magia” “el rock me salvó la vida” “el rock es profundo” “el rock es una idiotez” “el que conoce al rock no lo abandona nunca” “el rock no tiene límites” “el rock excede las fronteras” “el rock es glamour” “el rock es divertido” “el rock es la verdad” “el rock es denuncia” “el rock es sabiduría” “El rock es un negocio” “el rock es una forma de vida” “el rock es un sentimiento” “el rock es anarquía” “El rock es la voz de no se que mierda”. Lindo catálogo aunque incompleto. Si cambiáramos “el rock” por “Dios” más de uno se podría sorprender.

Sobre este catálogo siempre en expansión, rescato la palabra "Ruido". Cultura del rock=cultura del ruido. Cuando éramos adolescentes y poníamos un casette de Riff nos decían: eso es Ruido. Pero lo que a simple vista era una descalificación de cierto tipo de música, dejaba entrever ciertas estructuras de pensamiento, que podrían traducirse como: "la música que estás escuchando me hace ruido en la cabeza", más que nada porque quienes emitían el juicio sobre lo que uno escuchaba estaban muy lejos de poner la oreja en algo sin tener el permiso de la radio y la TV. ¿Qué sentía yo cuando me decían que mis casettes eran ruido? Que yo había llegado más lejos.

Pienso que, así como el hombre desciende de los primates y no de Adán, la música no desciende del sonido sino del ruido. La humanidad se las ha ingeniado para encontrar estructuras que la naturaleza le brindaba servida en bandeja, tales como la armonía. Estructurando la música alrededor de esas ideas, el sonido resultó ser la estrella. Y el ruido, viejo patriarca del mundo musical, fue reducido a un geriátrico y solo quedó lo percusivo, siempre que estuviera en un contexto más grande. Pero la música evolucionó siempre buscando al ruido, Ruido le habrían llamado unos monjes medievales a Mozart, Mozart a lo que hacía Charlie Parker, Charlie Parker a lo que hace Korn, y Korn a lo que hacían los monjes medievales. El ruido está dentro de la cabeza. Cuando hacemos música con el ruido, damos un paso más allá, cuando entendemos música que nos hace ruido estamos incorporando una modificación fundamental a ese organismo en permanente evolución que es el pensamiento.

Entonces ¿Los chicos de Korn escuchando cantos gregorianos es una forma de rock? No, es más que eso. Es cultura rock. Cultura del ruido. Pensemos la típica idea de ser desafiante o rebelde. Mucho se ha hablado de dominar al miedo y de usarlo para incrementar el coraje. Creo que dominar al ruido es una experiencia de crecimiento que no tiene la suficiente prensa. Esto deja afuera la cuestión musical del rock, pero sirve por demás a una mirada postpostpostpostmoderna, con la cual un chico que escucha a Boulez es diez mil veces más desafiante que uno que escucha Guns'N Roses.

En medio de todo esto, nadie garantiza que habrá resultados con el desafío del ruido. Nadie dice que algo será placentero cuando sea parte de nuestro entendimiento. Como había dicho, en el Club se escucha principalmente rock, pero claro, no abunda el rock and roll, abunda el ruido. Abunda la gloriosa tensión del ruido sagrado.